El monasterio
Esa noche se repitieron los sonidos e imágenes que ya había vivido. Al día siguiente, presa de un ataque de actividad y de un extraño presentimiento decidí excavar el jardín, encontré algunos huesos y un manuscrito, resguardado en una caja bellamente labrada, pero con motivos horribles. Si alguien desea contemplarla deberá excavar otra vez. En cuanto al manuscrito, debo decir, avergonzado que tardé tres días y sus noches, en descifrarlo. Demasiado tiempo si se tiene en cuenta que manejo documentos antiguos desde hace más tiempo del que quisiera recordar. En cuanto a su contenido... era una narración de acontecimientos que quisiera creer fruto de una fantasía enfermiza, pero los hechos parecen corroborarla. Si así es mi vida acabará pronto, y cualquier intento de impedir la natural conclusión de los acontecimientos que imprudentemente desencadené será inútil. En ese manuscrito se narran las aberraciones, los terribles hechos que se han producido en este lugar desde su fundación. Dicha fundación como centro religioso fue sacrílega: un grupo de nobles corrompidos en muchos aspectos que rodeaban a un noble aún más rico y corrompido que ellos se instalaron aquí con la intención de realizar sus desmanes sin responder ante la justicia. En aquel periodo confuso las autoridades eclesiásticas se concentraban demasiado en las cruzadas para preocuparse de las habladurías de unos campesinos que se quejaban de la desaparición de muchachas y niños, de ruidos extraños y ceremonias extravagantes. Los que se significaron en sus quejas desaparecieron misteriosamente. El abad murió tras 10 años de desmanes y fue enterrado en el jardín del claustro junto con el cadáver de un bebé: su propio hijo, asesinado por sus compinches durante su funeral. De forma más encubierta el resto de los "monjes" prosiguió con sus actividades satánicas, pero se alejaban más en la búsqueda de sus víctimas y redujeron los sacrificios, pues la jerarquía eclesiástica empezaba a preocuparse por ese monasterio extraño que no se significaba por la fama de santidad de sus monjes. Estoy convencido de que en un sitio donde se han cometido tantos actos de maldad siempre debe quedar algo de esa maldad, pero aquí la relación directa con el demonio ha dejado algo más fuerte: una puerta que comunica la tierra con el infierno. Al restar muchos años abandonado no se habían produccido nuevos acontecimientos, nuevos sacrificios, hasta el de mis pobres sirvientes y, estoy seguro, el mío. Quise irme y no pude, quise quemar el monasterio y también me lo impidieron fuerzas invisibles. Oigo pasos... se aproximan... Extracto del manuscrito encontrado en el monasterio de *** por la policía. No se encontró a ninguna persona dentro del recinto, ni la caja y el manuscrito al que se hace referencia. El monasterio ha sido habitado de nuevo por dos familias de la ciudad que quieren cambiar de vida y dedicarse a la agricultura. Tienen niños. FIN
Obsesionado por la restauración me alejé del Barón y de mis amigos. Me recluí en una casita cercana, para supervisar las obras. Éstas fueron una sucesión de problemas, uno de ellas era que los obreros no permanecían mucho tiempo en su puesto. En cuanto se movieron algunas piedras aparecieron huesos humanos, al parecer habían sido enterrados algunos monjes, no en las habituales urnas sino en las propias paredes, eso hizo que algunos operarios se marcharan y que algunos arqueólogos se mostraran interesados, abrí la obra a esos estudiosos. En general, se mostraron tan poco perseverantes como los albañiles, marchaban de viaje súbitamente, se enfermaban u obtenían un nuevo trabajo lo bastante alejado como para abandonar la investigación. Acostumbrado a mis colegas de la facultad he de decir que dicha investigación me pareció desorganizada y carente de una dirección que se planteara algún tipo de coordinación. Pero uno de ellos, el Dr. *** me mostró cosas interesantes, se habían recuperado cinco esqueletos bastante completos de varones jóvenes, que habían muerto con violencia, principalmente por golpes en la cabeza, lo que sería normal en el caso de que fuesen guerreros, pero no monjes. Aún fue más sorprendente el encontrar en una cripta tapiada huesos al parecer femeninos y de niños, mayoritariamente bebés. El Dr. intentaba datarlos cuando desapareció, repentinamente abandonó su cátedra y su hogar y no dejó su nueva dirección. Algunos de sus colegas vinieron a buscar los huesos y se los llevaron en cajones. No he sabido más de ellos. Para la rehabilitación fueron indispensables los dibujos del abuelo del Barón. Aunque tras la adquisición del monasterio, éste sólo me dejaba acceder a los dibujos que mostraban el exterior. No me permitió volver a consultar documentos. Tras otros inconvenientes más normales; digamos que los propios de toda obra; por fin, a principios del año 1990 pude instalarme en mi casa. Se mantenía el problema del personal, la gente de los alrededores no quería trabajar en el monasterio. Finalmente contraté a un matrimonio oriental, que fiel y sigilosamente cocinaban y limpiaban. Poco a poco fui observando cosas realmente insólitas, unos vecinos me regalaron un gato y este apareció muerto en el jardín del claustro. Por cierto dicho jardín no tenía buen aspecto. Las plantas parecían medio muertas y todas adoptaban un aspecto sombrío y mortecino, por muy frondosas y saludables que parecieran en el vivero. Todo ello sin contar con los ruidos, corrientes de aire y otras molestias. Es preciso constatar que en cuanto al servicio sólo me molestaba su costumbre de cambiar mis cosas de lugar y luego negar que las hubiesen tocado. Los ruidos eran muy extraños, sobre todo eran muy claros por la noche, ya que los ruidos propios de la naturaleza debían ocultarlos durante el día. A veces parecía que se oían voces o cánticos, pisadas y carreras ( supongo que de ratas o ratones). Lo sobrellevé todo con bastante flema, ya que podía tener una explicación racional, hasta que empecé a tener alucinaciones. Como he dicho soy una persona escéptica en esta clase de cuestiones, así que cuando me pareció ver como paseaban algunas figuras de largos hábitos y con capuchas por el claustro, acudí a diferentes médicos: oculistas, neurólogos y psiquiatras, que no encontraron nada anormal en mi físico, por lo que respecta a lo anímico el psiquiatra consideró que me había obsesionado con la casa y a eso se debían las alucinaciones. Me recomendó un viaje y volví a mi brumosa tierra natal dejando a los criados a cargo de la casa. Al cabo de un mes tuve que volver, pues los sirvientes no contestaban a mis llamadas. Descubrí que se habían marchado, al parecer precipitadamente, pues habían dejado tareas a medio hacer y objetos personales. Al ver el estado de su habitación mi primer impulso fue llamar a la policía, pues estaba todo revuelto, pero al comprobar que no parecía estar forzada ninguna puerta o ventana decidí no hacerlo. En realidad temía que me culparan a mí: soy extranjero y rico, eso puede despertar animadversiones. La habitación estaba llena de imágenes religiosas del peor gusto, de velas, etc. Sospechaba que presa del terror, simplemente se habían ido por su propia voluntad y decidí esperar. |
Me dejó sólo. Me costó muy poco darme cuenta de que el archivo estaba espléndidamente organizado. Decidí examinar los documentos que había dejado a mi alcance. Eran recopilaciones de noticias de diarios locales, narraciones y anotaciones de fenómenos observados directamente por el abuelo del propio Barón entre 1921 y 1924. Claro que las noticias de los periódicos eran anteriores, las más antiguas databan de 1880. En general, se referían a acontecimientos acaecidos en las proximidades del monasterio: observación de luces y ruidos extraños, descubrimientos de huesos, velas y símbolos pintados en el bosque que lo rodea . Abandoné el examen superficial de los documentos para reunirme con mi anfitrión que me comunicó que eso era sólo la parte moderna de la documentación que tenía sobre el monasterio. Desde la época medieval había constancia de la excepcionalidad del lugar. Se hablaba de posesiones demoníacas, de hechos espantosos, de desapariciones de algunos monjes y novicios, etc. Al parecer, se había construido durante el siglo XI, por deseo de un noble que deseaba ser enterrado allí. La leyenda aseguraba que dicho noble había vendido su alma al diablo y que luego, arrepentido, había querido ser enterrado en terreno sagrado para evitar cumplir su compromiso. Pero por motivos desconocidos el lugar siempre estuvo afectado por una especie de maldición. En un impulso extraño me interesé por quién era el propietario de ese terreno y el Barón me informó de que aunque durante un periodo había pertenecido a su familia, tras la muerte de su abuelo la viuda lo había vendido a un rico comerciante, que pensaba derruirlo y construir allí una fábrica o un almacén de algún tipo. En esa época el monasterio, aunque abandonado, aún se mantenía en pie, también pervivían sus leyendas. Me brindó los datos de los herederos del comprador; al parecer, la fortuna de que anteriormente dispusieron se había esfumado, repentinamente decidí hacer una oferta de compra que aceptaron encantados. Afortunadamente mis propios ancestros me dejaron un capital considerable que los abogados de la familia no habían dejado de incrementar. El Barón intentó convencerme de anular el trato de compra, pero mi tozudez lo impidió y no quise escuchar sus razones. Argumentaba que la compra del monasterio había provocado el deceso de su propio abuelo.Todo ello me pareció fruto de la superstición y la estulticia, me sorprendió que un hombre culto como él hiciera caso de esas leyendas. Decidí visitar mi propiedad, reconstruirla, arreglarla y vivir en ella. Tantos años de investigar "misterios" me habían inmunizado contra toda clase de fe, ya no creía en nada. |
Ahi les va un cuento de terror que escribí hace algún tiempo, para no cansar, porque éste no es mini, lo partiremos un poquito: EL MONASTERIO Descubrí las ruinas del viejo monasterio después una comida campestre, con unos amigos naturales de esta región. Paseando encontramos una construcción casi completamente derruida. Me sorprendió gratísimamente, he de confesar que el campo y sus bellezas no son mis ocupaciones favoritas. Estos amigos a quienes conocí en un viaje, me sorprendieron con unos intereses distintos a los míos. Exploramos las ruinas y llegamos a la conclusión de que se trataba de un antiguo monasterio, pues encontramos parte del claustro. Mis amigos se burlaron de mí, diciendo que incluso en el campo de una región europea relativamente próspera y avanzada yo, que he dedicado mi vida a la investigación de misterios del pasado me encontraba con uno y ¡tan lejos de una biblioteca! Mi estancia en la ciudad se debía a la consulta de un archivo privado, al que por fin me permitían acceder. Dicho archivo pertenecía al anciano Barón de ***, cuando tras innumerables gestiones conseguí que accediera a conocerme me desplacé desde Londres, sin pérdida de tiempo. Al parecer en su juventud había disfrutado de todas las alegrías que pueden proporcionar la escasez de años y la abundancia de dinero. Como algunas personas de vida licenciosa había cambiado completamente con la edad y vivía prácticamente recluido en un caserón mohoso, con la única compañía de un viejo criado. En ese caserón disponía de comodidades a la vieja usanza: un cognac excelente, algunas obras de arte magníficas y su archivo. Los documentos que lo conformaban habían sido adquiridos por la familia del Barón desde el siglo XVIII y todos trataban de misterios, fenómenos extraños y cosas de ese jaez. Durante el curso de nuestra primera charla, al comentarle el hallazgo del monasterio acaecido el día anterior, mi anfitrión me informó de que en esa zona había existido un monasterio destruido durante la Guerra, que pese a estar vacío desde hacía más de 100 años había permanecido intacto hasta ese momento. Al preguntar por qué, me contestó que era un misterio. -¿Qué clase de misterio?- insistí. -De primera clase-contestó, conduciéndome al archivo.-Ese monasterio fue una de las obsesiones de mi abuelo. Él reunió mucha de la documentación que voy a mostrarle.-Dijo extrayendo unos libros polvorientos, aunque bellamente encuadernados. -Este era el diario de campo de mi abuelo, aquí verá los dibujos que hizo alrededor de 1920, cuando estaba más obsesionado con ello. También iba por los pueblos recogiendo las leyendas locales de labios de los campesinos del lugar. Y además ... bueno, le estoy entreteniendo en exceso, le dejo trabajar, si desea unirse a nosotros en la comida ésta se sirve a las 2 en punto. |